jueves, 17 de diciembre de 2009


Cultura y desarrollo, un caso práctico II

Prosigo con el tema del desarrollo de Bilbao y su relación con el efecto Guggenheim.

Iñaki Esteban dice en El efecto Guggenheim: Del espacio basura al ornamento. que este museo es esencialmente un ornamento, pero que en contra de lo que a veces se opina (él toma como paradigmático el discurso de Adolf Loos) le otorga una gran utilidad.

El museo es un edificio espectacular del (estudio del cual es socio mayoritario) arquitecto Frank Gehry. La elección del proyecto se realizó mediante un concurso cerrado, en el que se buscaba la creación de un icono. Desde Venturi y su "less is a bore" nos encontramos con edificios que aspiran a trascender mediante la forma. Era esencial para una sucursal de la Fundación Guggenheim que tiene una sede de Frank Lloyd Wright (significativo el icono de la barra de navegación de su web) que la caseta del perro estuviese a la altura.

Además los socios de la fundación también apostaban por las posibilidades que un edificio así podía aportar como icono. Al fin y al cabo, Bilbao no tenía ni Torre Eiffel, ni Coliseo, ni Estatua de la Libertad y resultaba necesario erigir un símbolo para situar Bilbao no sólo como un nuevo punto en el mapa sino también cambiar la imagen.

En este fragmento de tesis se analiza el museo como fenómeno arquitectónico y el cambio conceptual desde Mies van der Rohe hasta el Guggenheim Bilbao, que es lo que Joseba Zulaika en Aprendiendo del Guggenheim Bilbao afirma que buscan las ciudades, "un edificio dotado de una atracción sexual capaz de despertar el deseo de las masas y que, además, sea un museo"

El momento en que se realizó la operación también fue crucial. En Cultura... se divide en dos etapas el auge de los mega eventos como estrategia de redefinición de la ciudad y las planificaciones urbanas integrales. Creo que Bilbao (y Barcelona, que se menciona como líder de este proceso) comenzó esta planificación en esa etapa de mega eventos, y mientras se celebraba la Expo o las Olimpiadas en Bilbao (que no tenía capacidad para montar una actuación así) se anunciaba el acuerdo con la Fundación Guggenheim (13 de diciembre de 1991). Y fueron esos eventos los que generaron la reforma urbanística sobre la cual se llevaron a cabo los planes culturales estratégicos pocos años después.

Es decir, en mi opinión esos mega eventos de comienzos de los 90 se utilizaron para 1. Realizar actuaciones urbanísticas que sanearan las ciudades y generaran ingresos 2. Actualizar la conectividad y 3. Obtener una visibilidad internacional e intentar mantenerla. Y creo que este proceso estaba absolutamente condicionado por un modelo de desarrollo en el que el sector de la construcción tiene mucho peso y la herencia de un urbanismo más bien arbitrario. Otros ejemplos más recientes de esta estrategia han generado mucho mayor recelo y por eso otras ciudades han diseñado otras estrategias (en el libro se menciona Sevilla Factoría Cultural 2001)

Se buscaba por tanto ofrecer un producto único que posicionase Bilbao como ciudad de turismo cultural y ciudad de vanguardia (el parque tecnológico de Zamudio se inauguró en 1988). Las tensiones que generó el anuncio de la sede berlinesa son una prueba de ello, aunque la carga simbólica de Berlín, el edificio más discreto y su inauguración sólo un mes después del bilbaíno minimizaron su impacto y hoy muchos ni siquiera conocen su existencia.

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