viernes, 9 de abril de 2010


De Facebook y otras redes

Últimamente parece que toca reflexionar sobre redes sociales, y más en concreto, sobre Facebook.

El 28 de marzo Elia Feuillais de Off Limits hablaba sobre redes sociales en el ciclo Club Cultura XXL. Señalaba que en el último año, todas las grandes instituciones culturales han entrado en las redes sociales, conscientes de que dentro de poco el cambio de uso de internet las hará tan imprescindibles como hoy es la web convencional.

También apareció el jueves 8 de abril en Público un artículo que comentaba un estudio sobre el uso de Facebook por parte de las editoriales españolas. Anatomía de la Edición es la responsable y ya ha realizado otros estudios similares (véase el de Twiter). El estudio llega a la conclusión de que el uso de Facebook como herramienta de difusión es escaso y además cuando se usa, se usa mal. Parece que las editoriales abren un perfil en Facebook porque últimamente es el sitio en el que hay que estar, pero no se sabe qué hacer con él, y se termina abandonando a su suerte.

Así pues el no usar o usar mal una herramienta como Facebook puede resultar pernicioso porque además de la oportunidad de comunicación perdida, es posible que los usuarios tomen la iniciativa de levantarse contra nosotros (aquí un ejemplo de otro ámbito). Es cierto que participando puede sufrirse esto, pero es más fácil que los usuarios recurran a nuestro perfil para exponer sus objeciones y podamos darles respuestas.

El establecer una estrategia específica se convierte en una necesidad para no caer en esa inactividad o indefinición. Esta estrategia aparecerá asociada a la figura del community manager, que no es sino el gestor de la marca en las redes sociales. En el ámbito de las empresas culturales (por ser estructuras generalmente pequeñas) no se tratará de una persona con dedicación exclusiva aunque creo que debe vencerse la tentación de externalizar ese servicio. También Anatomía de la Edición ha publicado un pequeño manual (con una interesante bibliografía).

Un elemento más a tener en cuenta es que empresas e instituciones abren perfiles en Facebook como personas, en vez de abrir páginas abiertas. Celia Feuillais advertía sobre este fenómeno, pues las posibilidades de un perfil personal limitan la estrategia al no ser accesibles para los no conectados como usuarios y exigir la aceptación de los seguidores ( lo que puede generar sensación de distancia).

Y en relación con esto último surge otro problema, que Arteleku exponía así en su perfil también el 8 de abril: "Hace unas semanas que sobrepasamos el límite de 5000 amigos. Tenemos cientos de solicitudes de amistad pendientes de responder (porque no podemos), así que quizás os interese saber que hemos hecho una PÁGINA DE ARTELEKU. Como en ella no hay límite de amigos, puede participar quien quiera. OS ANIMAMOS A PARTICIPAR!! ¡Gracias a todos!"

De esta manera estamos viendo cómo empresas e instituciones culturales doblan su presencia en la plataforma con un perfil y una página. Hay quien considera que es un problema y decide cerrar el perfilpara gestionar sólo la página. Sin embargo, sospecho que mantener ambas vías abiertas puede ofrecer posibilidades interesantes.

El libre acceso a nuestra página establece un contacto directo con usuarios/clientes, fans y demás ciudadanía, de un modo más informal que las comunicaciones convenconales, y supone una plataforma para establecer diálogos sobre la empresa o sobre el sector o lanzar campañas virales. Pero disponer de un perfil más restrictivo puede servirnos para establecer una comunicación alternativa con clientes o proveedores directos. Se pueden establecer dos niveles de relación, estableciendo estrategias específicas.

Así, un evento organizado a través de Facebook podrá ser muy diferente si se propone a todos los seguidores o sólo a aquellos con los que suelo mantener una relación más estrecha. No será lo mismo la apertura de una sala de exposiciones el día de cierre para los seguidores que una visita guiada con el artista para los coleccionistas compradores de una galería; o una compañía teatral que organice un preestreno con público, o invite a programadores a un ensayo.

Como ya he señalado, estas últimas ideas son más bien cábalas, pero es necesario reflexionar sobre las oportunidades que nos ofrecen las redes sociales y debatir sobre las estrategias que funcionan (o no) para poder hacer un uso eficaz de una herramienta que ya resulta cotidiana aunque todavía no sea familiar.

lunes, 1 de febrero de 2010


La apuesta por los grandes eventos

Hace una semana se publicó un artículo en El País en el que Roberto Medina decía saber lo que necesita España y daba instrucciones al Gobierno sobre lo que debe hacer.

Lo primero que propone es la "estructuración de un calendario anual de eventos y negocios de entretenimiento", porque con eso se atrae a muchos turistas y empresarios, que tendrán un aliciente para decidirse por éste y no otro destino.

Además afirma que los "grandes eventos de repercusión internacional aumentan la autoestima de las personas, reducen los niveles de estrés y fomentan el espíritu empresarial". Dice también que generan empleo, ingresos para todos y que lo hacen en la ciudad sede y en toda la nación en su conjunto.

Cuando leí esto no pude evitar compararlo con algún caso como Expo Zaragoza 2008, a ver si es verdad esto que dice Roberto, en su desarrollo y, por supuesto, después. Quizás la relación causa efecto que defiende Medina no sea tan directa en este caso.

Quizás analizando el FIB; pero si se gestiona desde Gran Bretaña, el público (eso sí, mayoritariamente extranjero, que se supone trae sus divisas) no consume gran cosa fuera de lo estrictamente necesario (véase como comienza este post), y además hay planes de doblar la sede (y generar economías de escala) se podrá reducir gasto y aumentar el público. Pero si los ingresos directos generados son para una empresa en exterior, los ingresos indirectos son mínimos y tenemos en cuenta que si alguien coge un avión para estar en benicassim difícilmente acudirá simultáneamente a Sevilla, el balance total no parece que resultará tan espectacular como parece de primeras.

Puede ser que haya alguna otra razón para que Medina se anime a dar estos consejos al Gobierno. Puede ser que tenga algo que ver con que sea el presidente de Rock in Rio, que se celebra también en dos ciudades a la vez (Madrid y Lisboa),en países contíguos en semanas consecutivas. No sé si es una buena estrategia para atraer público e inversiones exteriores. Que use un medio oficial (El País) para reclamar favores (o más favores, al fin y al cabo TVE es también media partner del festival) al Gobierno es algo que realmente me inquieta, si se anima a hacerlo me inclino a pensar que es porque estima que o es lícito o, aunque no lo fuere, es efectivo.

Apostar por la empresa creativa, por el impulso público a las iniciativas y la movilizacón de la ciudadanía está muy bien, aunque esta apuesta adquiere un cariz sospechoso en las palabras de Roberto Medina.

Quizás sea más recomendable leer otras visiones sobre la festivalización.

martes, 22 de diciembre de 2009


Dimensión Simbólica (Cultura, estrategia para el desarrollo local, Pau Rausell)

La ciudad es una obra de arte total (Joan LLaveria i Arasa, Catedrático de UPV), enreda todos los elementos que expresan y articulan el sentido de vivir, son un entramado de factores culturales, históricos, económicos, climáticos, morfológicos, las ciudades tienen un carácter propio, un conjunto de significados que otorgan a dicho territorio una dimensión simbólica.


Para comprender que es la dimensión simbólica vamos a partir de la definición de cultura que da William H. Sewwl, Jr, como un conjunto de mundos culturales concretos, ámbitos específicos y bien delimitados de creencias , valores y prácticas, este enfoque de la cultura llevó a Clifford Geertz y John B. Thompson a la concepción simbólica de la cultura, como el conjunto de hechos presentes en una sociedad, la organización del sentido, mediante significados históricamente transmitidos y encarnados en formas simbólicas, en virtud de las cuales los individuos se comunican entre si y comparten sus experiencias, concepciones y creencias. Pero ¿qué es lo simbólico? según Geertz, es el mundo de las representaciones sociales materializadas en formas sensibles, pueden ser expresiones, artefactos, acciones, acontecimientos, relaciones, modos de comportamiento, prácticas sociales, usos y construmbres, el vestido, la alimentación, la vivienda, la organización del espacio y el tiempo en ciclos festivos... en definitiva un conjunto de procesos sociales de significación y comunicación.


La dimensión simbólica es una herramienta clave para que un territorio sea competitivo, pero para ello debemos transformar las oportunidades de desarrollo de un espacio, hemos de ser capaces, a través de las políticas culturales de manipular el significado cultural de un territorio, para ello es imprescindible conocer cuales son los ámbitos sujetos a la planificación cultural: -el patrimonio histórico, artístico, arqueológico y antropológico. -la imagen externa del territorio. -capacidades productivas en el ámbito de la artesanía, la industria y los servicios. -el ambiente físico que comprende el patrimonio arquitectónico, el paisaje y la topografía del territorio. -la calidad de los espacio públicos. -los negocios de la actividad recreativa, de ocio y cultura. -las tradiciones locales de vida asociativa y sociabilidad. -los hobbies y las prácticas de los residentes. -las culturas juveniles, de la minoría y de otras comunidades de interés. -las artes plásticas, los espectáculos y las industrias culturales. en definitiva es una enumeración de una serie de recursos culturales, con los que cuenta un territorio y que pueden convertirse en recurso económico, por ejemplo, el patrimonio que es un producto de dinámica construcción social, no tendría sentido conservarlo sin hacer uso y consumo del mismo con un discurso que le de sentido.

Estos son algunos discursos que la dimensión simbólica utiliza para el desarrollo: promoción de la paz frente a la violencia, la igualdad de género, el respeto a la diversidad, la libertad de expresión, la participación, la cooperación, la preservación del paisaje... todos ellos elementos imprescindibles en una sociedad que proporcione al ciudadano calidad de vida.

Toda esta teoría la encontramos en la ciudad de Berlín, una ciudad histórica europea, ofrece un espectacular escenario de historia a través de la arquitectura, el urbanismo y sus monumentos fácilmente identificables. Es llamativa su forma de vivir la historia como forma de entender y proyectar el futuro, rinde tributo a los acontecimientos históricos que explican el presente tanto como una obligación moral como una necesidad social. El lugar apela tanto al presente como a la memoria, en esta acción intervienen los sentimientos sobre los recuerdos. En Berlín destaca la importancia que se le ha dado a la tradición cultural, al respeto al saber y al conocimiento y a la consideración de la diversidad cultural ciudadana que compone la sociedad.

El sentido de permanencia y la firmeza de estos valores con los que se proyecta la sociedad al futuro se manifiesta en la aportación de cada proyecto público al sentido de lo poético y lo simbólico.La cohesión social tiene que ver con la capacidad de la dimensión simbólica de convertirse en argasama social, permitiendo así proyectos conjuntos.


Berlín cumple los cuatro atributos que se vinculan a la cohesión social: Identidad, inclusión, cohesión y diversidad. La conformación de ciudades multiculturales consiste en la idea de que todas las formas de expresión cultural deben se equiparables, esta circunstancia otorga un valor añadido al espacio urbano pues se convierte en un espacio tolerante, capaz de adaptarse y promover la innovación social con evidencias claras de un efecto multiplicador sobre la economía de las ciudades.

¿por qué nos seguimos negando a la multiculturalidad? Un estudio del Instituto de Economía Mundial de Hamburgo probó mediante estudios empíricos que la diversidad cultural de la población tiene efectos positivos sobre el desarrollo económico, estos resultados son notables cuando los inmigrantes se nacionalizan, se eliminan así la barreras funcionales y legales para acceder a empleos, posibilita el mejor aprovechamiento de sus posibilidades y reduce los costos de integración. La educación, capacitación y perfeccionamiento profesional, redunda en una mayor productividad y en un conocimiento de la lengua así como del país y su gente, el inmigrante tiende a sentir y actuar como autóctono.

La multiculturalidad en Europa es considerada con frecuencia como algo negativo, aprovechar la diversidad cultural para lograr un mayor desarrollo económico es una de la principales tareas del futuro.

Necesitamos crear nuevas referencias que nos permitan construir el porvenir, más y mejores oportunidades de aumentar el capital social, para generar riqueza e incrementar así nuestra calidad de vida. Pero debemos tener en cuenta que 2+2 no son siempre 4, la manipulación de la dimensión simbólica ha de hacerse con sumo cuidado puesto que estamos trabajando sensaciones y emociones de los individuos, esto se convierte en un ejercicio especulativo de resultados inciertos que pueden desatar procesos incontrolables y consecuencias indeseadas si no se tiene en cuenta que cada ciudad es una obra de arte irrepetible e inimitable.

domingo, 20 de diciembre de 2009


ACERCA DE “CULTURA. ESTRATEGIA PARA EL DESARROLLO LOCAL”, DE PAU RAUSELL






EL ENFOQUE.

El enfoque de nuestro trabajo sobre el libro “Cultura. Estrategia para el desarrollo local” (Pau Rausell, 2007) es el siguiente: tras la lectura del mismo por parte de los integrantes del grupo de trabajo (Toñi Nadal, Joseba Acha y yo mismo), cada uno de nosotros trataremos de analizar desde nuestro punto de vista personal alguno o algunos de los aspectos que nos hayan parecido más interesantes y, tras compartirlos, nos aproximaremos a ellos desde un punto de vista crítico.

Huímos conscientemente del formato reseña-resumen para intentar el debate de ideas entre nosotros y el resto de compañeros del Máster. De ahí su presentación y publicación en éste blog.

INTRODUCCIÓN.

Las relaciones entre la cultura y la economía, y viceversa, ha sido uno de los aspectos que más me ha interesado y sorprendido en el comienzo de éste Máster en Gestión de Políticas y Proyectos Culturales. Desde el seminario de debate con motivo de la presentación en Zaragoza del libro “Ciudades creativas. Cultura, territorio, economía y ciudad.” (Fundación Kreanta), pasando por la charla de Roberto San Salvador del Valle y la intervención de Pau Rausell. Ésta última fue la que nos decidió a elegir el libro (cuya confección ha dirigido en colaboración con otros autores) objeto de éste comentario.

Y dentro de esa cada vez más estrecha relación entre cultura y economía me ha llamado la atención la utilización continua y recurrente de conceptos como creatividad e innovación, que, francamente, me parecían demasiado abstractos y difíciles de definir como para que fueran continuamente invocados como referentes de las políticas culturales y de la nueva economía. ¿De qué estamos hablando? ¿Por qué la economía se interesa tanto por la cultura? ¿Cómo se concretan términos como ciudades creativas? ¿Cómo se fomentan los creadores empresarios y los sectores creativos?

Ese ha sido el objeto de mi interés, indagar en la relación entre cultura, economía, innovación y creatividad. Quiero saber como las políticas públicas pueden “promover o crear” talento.

EL LIBRO.

No puedo dejar de apuntar antes de realizar consideración alguna sobre el libro que su lectura se ve lastrada por una pésima traducción del mismo del catalán al castellano, hecho que me llama especialmente la atención por su nivel académico y por el hecho de que éste publicado por la agencia Española de Cooperación Internacional.

Pasando por alto éste aspecto, el libro dirigido por Rausell ha colmado las expectativas suscitadas en mí al respecto de la relación entre economía y cultura. No hay mucho que decir sobre el hecho de que el estudio se centre en el desarrollo local: es en ese ámbito en el que se formulan la mayoría de políticas culturales y son los entes glocales los protagonistas más activos en volumen económico. Su voluntad “de aportar herramientas de análisis para diagnosticar los enlaces entre cultura y territorio y descubrir las estructuras de las relaciones causales” entre una y otra me parece clave a la hora de establecer políticas culturales.

El libro se dedica a explicar le relación entre cultura y desarrollo, el marco de la acción política cultural en el llamado Sistema Cultural Local, la Agenda 21 como marco normativo (de difícil encaje por el déficit de democracia participativa que se da en la mayoría de sociedades, y en la nuestra en particular), las especificidades del emprendimiento en cultura (punto en el que centraré mi comentario) y dicta la necesidad de crear indicadores para la correcta e ineludible evaluación de las políticas en la materia.

Uno de los aspectos que más agradezco a Rausell es su clara voluntad de huir de los tópicos y los convencionalismos que afectan a la cultura. Su advertencia sobre los peligros del buenismo como virus nocivo en las concepciones sobre la cultura, su interés en la correcta redistribución de lo invertido en la materia cultural, la necesidad de políticas que fomenten las prácticas culturales en la ciudadanía (“es preferible que el 20% de los ciudadanos de la población toquen medianamente bien un instrumento a mantener una sinfónica”), la denuncia del escaso control al que se someten las políticas culturales (y los políticos que las firman) y, sobre todo, el grito a favor de que los ciudadanos sean interpelados y escuchados. A mi parecer, ésta postura es progresista, verdaderamente progresista. La cultura no es la panacea. Es hora de poner en solfa algunos conceptos. En lo que a mí me concierne, he abandonado algunos prejuicios acerca de la dimensión económica de la cultura.

A éste respecto voy a resumir brevemente la experiencia iniciada  por la Caja de Ahorros de Navarra en 2003: la Banca Cívica. La idea consiste en permitir decidir a los clientes de la entidad el destino de la obra social. Los resultados son llamativos:

-          el gasto en cultura pasó del 28% al 5%.
-          el gasto en bienestar, deporte y ocio pasó del 35% al 15%.
-          el gasto en cooperación pasó del 4% al 16%.
-          el gasto en medio ambiente pasó del 5% al 10%.
-          el gasto en discapacidad y asistencia pasó del11% al 34%

Parece que a los clientes de la CAN les parecía un exceso la asignación de recursos a cultura, bienestar, deporte y ocio y optaron por una rebaja sustancial de los mismos. Las partidas beneficiarias fueron, con diferencia, la cooperación, el medio ambiente y la discapacidad y asistencia. Otras partidas no sufrieron cambios reseñables, pero incluso la dedicada a la conservación del patrimonio se redujo en dos puntos (del 6% al 4%).

Parece ser que a la gente, en éste caso, no le interesa tanto la cultura como los gestores pensaban. O al menos la cultura como ellos la entendían.

PREGUNTAS, RESPUESTAS Y UN EJEMPLO (Y UNA COMPARACIÓN ODIOSA)

¿Por qué la economía se preocupa tanto por la cultura?

Para responder a ésta pregunta he acudido a uno de los popes  del pensamiento moderno. Ésta es la tesis de Jeremy Rifkin. En su libro “La era del acceso. La revolución de la nueva economía” (Jeremy Rifkin, 2002) nos explica como el fundamento en el que se basó históricamente la economía capitalista se ha desintegrado con el comienzo del nuevo milenio: las redes y el acceso han sustituído a la propiedad como bienes principales de intercambio. Así, el capital intelectual es el mayor objeto de deseo (de ahí que la imaginación y la creatividad se constituyan en fuentes de riqueza). La propiedad resulta cada vez menos práctica: la vida útil de los productos se reduce constantemente debido a los avances en la innovación tecnológica. Las transacciones se ven sustituídas por alianzas estratégicas y fórmulas mercantiles de acceso (como el pago por visión, por poner un ejemplo). Rifkin afirma que “en el centro del nuevo hipercapitalismo se negocia con el acceso a las experiencias culturales”. Y pone un ejemplo: “el turismo global no es más que le mercantilización de la experiencia cultural”.

Parece que algo ha cambiado: presenciamos el advenimiento del capitalismo cultural. Ya sabemos el porqué del interés de la economía (y de la ciencia económica) por la cultura. Habrá que estar atentos. El capitalismo acecha. Asistimos a la aparición de un nuevo imaginario económico basado en conceptos de difícil definición como creatividad, imaginación o innovación.

¿De qué hablamos cuando hablamos de ciudades creativas?

En el más que interesante libro “Innovación en cultura. Una aproximación crítica a los usos y genealogía del concepto”(Yproductions,2009) encontramos a Charles Landry, un autor que ha sido director de Comedia, un think-tank dedicado a promover políticas de desarrollo urbano. En su libro “The creative city” (Landry, 2000) habla del potencial de crecimiento de las ciudades basado en la creatividad y la innovación:

“las ciudades tienen un recurso esencial: su población. La inteligencia humana, los deseos, motivaciones, la imaginación y la creatividad están reemplazando la ubicación, los recursos naturales y el acceso a los mercados como recursos urbanos".

Que bonito, pero parece todo como un poco vago. Landry afirma que todo esto es un capital latente que hay que estimular adecuadamente. Dice que “ser creativo es un estado mental” y que la creatividad es el estadio anterior a la innovación. No se trata de hacer a la gente más creativa, sino de hacerla creer que lo es. Y la cultura es el camino. La cultura y la educación. Ésta ideología es aplicable a las ciudades, regiones, comarcas, países.

En España, Igor Calzada y Asier Pérez piensan de manera parecida.

Me gusta la idea: la innovación como herramienta para el desarrollo urbano o regional. Así lo defiende Rausell cuando afirma que uno de los grandes retos en el diseño de las políticas culturales reside en la búsqueda de nuevas fómulas efectivas de promoción de la creatividad, de empresas creativas.

 Pero, ¿cómo llevamos ésta idea a la práctica?

Un ejemplo de la cultura de la innovación al servicio del desarrollo regional: el Gabinete de Iniciativa Joven de Extremadura (GIJ).

Éste organismo, impulsado por la Junta de Extremadura, tiene como objetivo promover un nuevo modelo de desarrollo para la región basado en “la capacidad de imaginación, creatividad e innovación de las personas”. Hay que decir que pese a su nombre no plantea restricción alguna en cuanto a la edad, pero si exige que las iniciativas y proyectos repercutan positivamente en la población joven de Extremadura. Plantea dos líneas de trabajo:

-          el asesoramiento y desarrollo de nuevas empresas de carácter innovador.
-          el impulso a una actitud más emprendedora en el pueblo extremeño.

Su sede material se encuentra en la ciudad de Mérida y se trata de una estructura transversal que coopera con otras entidades como la red Extremeña de Desarrollo, la Asociación de Universidades Populares de Extremadura y los Espacios para la Creación Joven  del Instituto de la Juventud de Extremadura. Además, tiene presencia en el tejido asociativo de la región a través de un acuerdo con el Consejo de la Juventud de Extremadura.

¿Cual es el papel de estos nodos? Funcionan como antenas que permiten informar, identificar y ofrecer soluciones a personas con proyectos innovadores.

Extraigo la siguiente cita del libro “Innovadores en Extremadura, un modelo de desarrollo a través de la sociedad de la imaginación”, de Epi Amiguet (Amiguet, 2006):


La Junta de Extremadura ha apostado por el poder de la imaginación como revolución socioeconómica para impulsar el sistema productivo de la región todavía menos desarrollada de España. Un salto o atajo evolutivo –sin haber pasado por la industrialización- gracias a la imaginación aplicada a la innovación sin que ésta tenga que ser necesariamente de base tecnológica”.


Así pues, el GIJ sigue un modelo en el que la culturase usa como herramienta económica, es decir, en el que las prácticas culturales se ponen al servicio de otros intereses. Es lo que llamamos  cultura de la innovación.
Con el fin de incentivar ésta cultura de la innovación se puso en marcha plan “Extremadura, sociedad de la imaginación”, unas campañas de imagen y comunicación que pretendían despertar una conciencia creativa en los ciudadanos de la región.

En conclusión, se trata de una línea estratégica de la Junta de Extremadura de carácter transversal que tiene como objetivo fomentar el desarrollo regional a través del emprendimiento. Su finalidad es “estimular la capacidad de soñar, imaginar, crear e innovar, lo que, junto a la información y el conocimiento compone una potente mezcla que, bien aprovechada, puede ser decisiva en el desarrollo cultural y económico de la región”.

LAS COMPARACIONES SON ODIOSAS.

Para finalizar voy a mencionar otro ejemplo de cultura de la innovación al servicio del desarrollo regional: la Concejalía de Innovación y e-Gobierno del Ayuntamiento de Cáceres. Su funcionamiento, herramientas y fines son similares al GIJ, pero trabaja para un fin específico: que la candidatura de Cáceres 2016 sea un acicate para la regeneración social y económica de la región.

Igual que aquí. Zaragoza 2016.

Fernando Cuadrado.
Zaragoza, 16 de diciembre de 2009.

viernes, 18 de diciembre de 2009


Cultura y desarrollo, un caso práctico (y III)

Con este post pretendo terminar con la exposición de mis dudas sobre el Guggenheim Bilbao y su Efecto, aunque quedarán muchas cosas en el tintero. Espero al menos establecer una visión general y referencias suficientes para ahondar libremente en el tema.

Nos habíamos quedado en la construcción del edificio, así que hoy hablaremos del funcionamiento del museo. Iñaki Esteban afirma que el éxito del Guggenheim se debe a una estrategia a tres bandas, lo estético-artístico, la rentabilidad económica y el uso político. Si uno de estos tres pies falla la credibilidad del museo se hunde.

Como puntos críticos a este respecto menciona el asesinato del ertzaintza José María Aguirre pocos días antes de la inauguración y problemas de gestión urbanística durante la construcción (nótese con que facilidad se habla de 1000 millones de pesetas de nada en indemnizaciones).

Claro que cuando se publicó El efecto Guggenheim no había salido a la luz otro escándalo sobre las cuentas del Guggenheim, que además escondía un desfalco. Sin embargo parece que el museo consigue sortear estos avatares con cierta agilidad personificándolos (como se intentó con el Museo Balenciaga de Guetaria que merece un estudio aparte) dejando a la institución libre de dudas.

Esta capacidad para sortear dificultades se debe a un apoyo cuasi absoluto de la prensa, que Esteban califica de "refrito de propaganda institucional: del museo, la ciudad, las instituciones y los patrocinadores".

Además hay que estudiar la estrategia del Guggenheim. Contrastándola con Cultura. Estrategia para el desarrollo local no puedo dejar de pensar que la idea del Guggenheim se ajusta más a la dinámica de los festivales que a la gestión del patrimonio o a la creación de un distrito cultural (como barrio de los museos y galerías, sólo hay que ver como presenta sus alrededores en su web). El museo se vende al exterior como un espectáculo y la práctica ausencia de una exposición permanente unida a la política de comunicación de las muestras temporales lo presentan de nuevo al público periódicamente, el mismo Iñaki Esteban habla de ello en esta web (y usa el término "traca festivalera" hablando de la política expositiva en su libro).

Y quizás resulte anecdótico o quizás sea significativo el hecho de que el festival Bilbao Live desde que se llama BBK Live, tiene la escultura Maman de Louise Bourgeois insertada en su imagen corporativa.

Hay un nexo de unión entre lo artístico y lo político que es el uso del museo como símbolo nacionalista. A priori resulta difícil de encajar Guggenheim y nacionalismo vasco, pero si tenemos en cuenta que en los acuerdos iniciales se introducía la creación de una colección de artistas vascos (punto polémico por no cumplirse satisfactoriamene para muchos) y nos fijamos después en alguna de las exposiciones temporales (Chillida, Oteiza) las piezas comienzan a encajar. Con todo, se procura ser sutil en este campo para no romper el consenso en torno al museo y el apoyo a los artistas locales resulta imprescindible para conectar el proyecto con el territorio (aunque Zulaika advierte -hay quien dice que exagera- que se compra obra de artistas que funcionan en el mercado estadounidense y que no se compra en el mercado local).

Más aun, ahora que parece que el Guggenheim se ha asentado y la crisis insta a acelerar cambios en la gestión económica, se propone un nuevo museo en el Urdaibai, reserva de la biosfera, sí, pero reserva también de muchos símbolos nacionalistas, desde el municipio de Guernica a la tumba de Sabino Arana en Pedernales. Por supuesto, existen muchos elementos atractivos en la zona como el patrimonio natural, el bosque de Oma, la ola de Mundaca..., que justifican también el emplazamiento.

Bueno, como este tema podría prolongarse indefinidamente terminaré aconsejando este artículo del New York Times en el que se habla del cambio en Bilbao analizado desde la visión del visitante que acudió al estreno y volvió 10 años después. Lo que finalmente percibe es que el cambio en Bilbao se ha realizado hacia el exterior, pero que se ha desconectado Bilbao marca de Bilbao ciudad.

Habla de la (nula) repercusión en el mercado galerístico, o la nula implicación de la hostelería en la explotación de las posibilidades del turismo, la escasa visibilidad de otros museos (el de Bellas artes perdió el fuelle con la marcha de Zugaza al Prado)... Así que habría que preguntarse cuál es el efecto que el Guggenheim ha tenido en los ciudadanos de a pie.

jueves, 17 de diciembre de 2009


Cultura y desarrollo, un caso práctico II

Prosigo con el tema del desarrollo de Bilbao y su relación con el efecto Guggenheim.

Iñaki Esteban dice en El efecto Guggenheim: Del espacio basura al ornamento. que este museo es esencialmente un ornamento, pero que en contra de lo que a veces se opina (él toma como paradigmático el discurso de Adolf Loos) le otorga una gran utilidad.

El museo es un edificio espectacular del (estudio del cual es socio mayoritario) arquitecto Frank Gehry. La elección del proyecto se realizó mediante un concurso cerrado, en el que se buscaba la creación de un icono. Desde Venturi y su "less is a bore" nos encontramos con edificios que aspiran a trascender mediante la forma. Era esencial para una sucursal de la Fundación Guggenheim que tiene una sede de Frank Lloyd Wright (significativo el icono de la barra de navegación de su web) que la caseta del perro estuviese a la altura.

Además los socios de la fundación también apostaban por las posibilidades que un edificio así podía aportar como icono. Al fin y al cabo, Bilbao no tenía ni Torre Eiffel, ni Coliseo, ni Estatua de la Libertad y resultaba necesario erigir un símbolo para situar Bilbao no sólo como un nuevo punto en el mapa sino también cambiar la imagen.

En este fragmento de tesis se analiza el museo como fenómeno arquitectónico y el cambio conceptual desde Mies van der Rohe hasta el Guggenheim Bilbao, que es lo que Joseba Zulaika en Aprendiendo del Guggenheim Bilbao afirma que buscan las ciudades, "un edificio dotado de una atracción sexual capaz de despertar el deseo de las masas y que, además, sea un museo"

El momento en que se realizó la operación también fue crucial. En Cultura... se divide en dos etapas el auge de los mega eventos como estrategia de redefinición de la ciudad y las planificaciones urbanas integrales. Creo que Bilbao (y Barcelona, que se menciona como líder de este proceso) comenzó esta planificación en esa etapa de mega eventos, y mientras se celebraba la Expo o las Olimpiadas en Bilbao (que no tenía capacidad para montar una actuación así) se anunciaba el acuerdo con la Fundación Guggenheim (13 de diciembre de 1991). Y fueron esos eventos los que generaron la reforma urbanística sobre la cual se llevaron a cabo los planes culturales estratégicos pocos años después.

Es decir, en mi opinión esos mega eventos de comienzos de los 90 se utilizaron para 1. Realizar actuaciones urbanísticas que sanearan las ciudades y generaran ingresos 2. Actualizar la conectividad y 3. Obtener una visibilidad internacional e intentar mantenerla. Y creo que este proceso estaba absolutamente condicionado por un modelo de desarrollo en el que el sector de la construcción tiene mucho peso y la herencia de un urbanismo más bien arbitrario. Otros ejemplos más recientes de esta estrategia han generado mucho mayor recelo y por eso otras ciudades han diseñado otras estrategias (en el libro se menciona Sevilla Factoría Cultural 2001)

Se buscaba por tanto ofrecer un producto único que posicionase Bilbao como ciudad de turismo cultural y ciudad de vanguardia (el parque tecnológico de Zamudio se inauguró en 1988). Las tensiones que generó el anuncio de la sede berlinesa son una prueba de ello, aunque la carga simbólica de Berlín, el edificio más discreto y su inauguración sólo un mes después del bilbaíno minimizaron su impacto y hoy muchos ni siquiera conocen su existencia.

martes, 15 de diciembre de 2009


Cultura y desarrollo, un caso práctico

Después de la clase con Pau Rausell y al comenzar a leer Cultura. Estrategia para el desarrollo local me preguntaba cómo iba a enfocar más tarde un análisis crítico o, más bien, cómo iba a utilizar este libro para hablar de lo que yo quisiera.

Como los ejemplos que se utilizan cuando se habla de cultura y desarrollo urbano son a menudo los mismos no tardé mucho en empezar a leer otro libro y mezclar ideas. El efecto Guggenheim: Del espacio basura al ornamento de Iñaki Esteban (una buena reseña aquí) analiza cómo hay mucho más que cultura en un museo que a veces no es mucho más que un estandarte.

El tema me interesa porque lo he vivido con cierta proximidad (al fin y al cabo uno es de Bilbao...) y porque eso de "efecto" siempre me ha generado bastantes dudas, y no me termino de creer que todo lo que ha pasado en Bilbao (o Vizcaya) desde el convulso proceso de cierre de los astilleros Euskalduna se deba exclusivamente al museo.

Muchas veces se olvidan algunos aspectos del cambio en Bilbao quizás por simplificar o quizás porque el titanio brilla más. Por establecer un primer esquema diremos que el cambio en Bilbao:

1. Era absolutamente irremediable tras el hundimiento del modelo económico industrial subvencionado, que supuso además la disponibilidad de numerosos espacios (y edificios) a lo largo de toda la ría.

2. La sociedad Bilbao Ría 2000 ha coordinado las actuaciones urbanísticas en todo el área metropolitana estableciendo escenarios adecuados desde 1992 (aunque el primer paso fue el PGOU de Bilbao de 1987).

3. Las infraestructuras de transporte se mejoraron en los 90, llegando a su culmen con el metro en 1995 y el nuevo aeropuerto en 2000. La A8 (y su conexión con el sistema ferroviario francés), las líneas marítimas de pasajeros...

Estos tres puntos quizás deberian planteárselos aquellos que pretenden reproducir el "efecto" en sus ciudades y pueblos, porque ayuda bastante un plan de desarrollo integral en el que insertar una institución cultural espectacular. Pues como se dice en el libro, toda planificación urbana es en cierto modo planificación cultural.

Además se puede analizar la visibilidad del proceso de implantación del Guggenheim. Los poderes públicos vascos comenzaron a negociar en 1991 procurando no ser excesivamente discretos y se diseñó una campaña de comunicación contínua desde finales de ese año, dentro de la cual se puede destacar que se trasladase parte de la colección neoyorquina para una gran muestra en la Sala Rekalde en 1993.

Por otro lado hay quien dice que toda la publicidad es buena aunque sea mala. Bilbao no era una ciudad fuera del mapa periodístico, el terrorismo y los conflictos sociales multiplicaron la visibilidad del proyecto por contraste en una urbe en la que la principales manifestaciones culturales eran el cine quinqui y el punk.

Como introducción creo que este post es suficiente, aunque se podría escribir mucho más no es el fin de este análisis. Más adelante se compararán los esquemas de desarrollo planteados por Rausell con el Guggenheim bilbaíno.