viernes, 9 de abril de 2010


De Facebook y otras redes

Últimamente parece que toca reflexionar sobre redes sociales, y más en concreto, sobre Facebook.

El 28 de marzo Elia Feuillais de Off Limits hablaba sobre redes sociales en el ciclo Club Cultura XXL. Señalaba que en el último año, todas las grandes instituciones culturales han entrado en las redes sociales, conscientes de que dentro de poco el cambio de uso de internet las hará tan imprescindibles como hoy es la web convencional.

También apareció el jueves 8 de abril en Público un artículo que comentaba un estudio sobre el uso de Facebook por parte de las editoriales españolas. Anatomía de la Edición es la responsable y ya ha realizado otros estudios similares (véase el de Twiter). El estudio llega a la conclusión de que el uso de Facebook como herramienta de difusión es escaso y además cuando se usa, se usa mal. Parece que las editoriales abren un perfil en Facebook porque últimamente es el sitio en el que hay que estar, pero no se sabe qué hacer con él, y se termina abandonando a su suerte.

Así pues el no usar o usar mal una herramienta como Facebook puede resultar pernicioso porque además de la oportunidad de comunicación perdida, es posible que los usuarios tomen la iniciativa de levantarse contra nosotros (aquí un ejemplo de otro ámbito). Es cierto que participando puede sufrirse esto, pero es más fácil que los usuarios recurran a nuestro perfil para exponer sus objeciones y podamos darles respuestas.

El establecer una estrategia específica se convierte en una necesidad para no caer en esa inactividad o indefinición. Esta estrategia aparecerá asociada a la figura del community manager, que no es sino el gestor de la marca en las redes sociales. En el ámbito de las empresas culturales (por ser estructuras generalmente pequeñas) no se tratará de una persona con dedicación exclusiva aunque creo que debe vencerse la tentación de externalizar ese servicio. También Anatomía de la Edición ha publicado un pequeño manual (con una interesante bibliografía).

Un elemento más a tener en cuenta es que empresas e instituciones abren perfiles en Facebook como personas, en vez de abrir páginas abiertas. Celia Feuillais advertía sobre este fenómeno, pues las posibilidades de un perfil personal limitan la estrategia al no ser accesibles para los no conectados como usuarios y exigir la aceptación de los seguidores ( lo que puede generar sensación de distancia).

Y en relación con esto último surge otro problema, que Arteleku exponía así en su perfil también el 8 de abril: "Hace unas semanas que sobrepasamos el límite de 5000 amigos. Tenemos cientos de solicitudes de amistad pendientes de responder (porque no podemos), así que quizás os interese saber que hemos hecho una PÁGINA DE ARTELEKU. Como en ella no hay límite de amigos, puede participar quien quiera. OS ANIMAMOS A PARTICIPAR!! ¡Gracias a todos!"

De esta manera estamos viendo cómo empresas e instituciones culturales doblan su presencia en la plataforma con un perfil y una página. Hay quien considera que es un problema y decide cerrar el perfilpara gestionar sólo la página. Sin embargo, sospecho que mantener ambas vías abiertas puede ofrecer posibilidades interesantes.

El libre acceso a nuestra página establece un contacto directo con usuarios/clientes, fans y demás ciudadanía, de un modo más informal que las comunicaciones convenconales, y supone una plataforma para establecer diálogos sobre la empresa o sobre el sector o lanzar campañas virales. Pero disponer de un perfil más restrictivo puede servirnos para establecer una comunicación alternativa con clientes o proveedores directos. Se pueden establecer dos niveles de relación, estableciendo estrategias específicas.

Así, un evento organizado a través de Facebook podrá ser muy diferente si se propone a todos los seguidores o sólo a aquellos con los que suelo mantener una relación más estrecha. No será lo mismo la apertura de una sala de exposiciones el día de cierre para los seguidores que una visita guiada con el artista para los coleccionistas compradores de una galería; o una compañía teatral que organice un preestreno con público, o invite a programadores a un ensayo.

Como ya he señalado, estas últimas ideas son más bien cábalas, pero es necesario reflexionar sobre las oportunidades que nos ofrecen las redes sociales y debatir sobre las estrategias que funcionan (o no) para poder hacer un uso eficaz de una herramienta que ya resulta cotidiana aunque todavía no sea familiar.

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