viernes, 18 de diciembre de 2009


Cultura y desarrollo, un caso práctico (y III)

Con este post pretendo terminar con la exposición de mis dudas sobre el Guggenheim Bilbao y su Efecto, aunque quedarán muchas cosas en el tintero. Espero al menos establecer una visión general y referencias suficientes para ahondar libremente en el tema.

Nos habíamos quedado en la construcción del edificio, así que hoy hablaremos del funcionamiento del museo. Iñaki Esteban afirma que el éxito del Guggenheim se debe a una estrategia a tres bandas, lo estético-artístico, la rentabilidad económica y el uso político. Si uno de estos tres pies falla la credibilidad del museo se hunde.

Como puntos críticos a este respecto menciona el asesinato del ertzaintza José María Aguirre pocos días antes de la inauguración y problemas de gestión urbanística durante la construcción (nótese con que facilidad se habla de 1000 millones de pesetas de nada en indemnizaciones).

Claro que cuando se publicó El efecto Guggenheim no había salido a la luz otro escándalo sobre las cuentas del Guggenheim, que además escondía un desfalco. Sin embargo parece que el museo consigue sortear estos avatares con cierta agilidad personificándolos (como se intentó con el Museo Balenciaga de Guetaria que merece un estudio aparte) dejando a la institución libre de dudas.

Esta capacidad para sortear dificultades se debe a un apoyo cuasi absoluto de la prensa, que Esteban califica de "refrito de propaganda institucional: del museo, la ciudad, las instituciones y los patrocinadores".

Además hay que estudiar la estrategia del Guggenheim. Contrastándola con Cultura. Estrategia para el desarrollo local no puedo dejar de pensar que la idea del Guggenheim se ajusta más a la dinámica de los festivales que a la gestión del patrimonio o a la creación de un distrito cultural (como barrio de los museos y galerías, sólo hay que ver como presenta sus alrededores en su web). El museo se vende al exterior como un espectáculo y la práctica ausencia de una exposición permanente unida a la política de comunicación de las muestras temporales lo presentan de nuevo al público periódicamente, el mismo Iñaki Esteban habla de ello en esta web (y usa el término "traca festivalera" hablando de la política expositiva en su libro).

Y quizás resulte anecdótico o quizás sea significativo el hecho de que el festival Bilbao Live desde que se llama BBK Live, tiene la escultura Maman de Louise Bourgeois insertada en su imagen corporativa.

Hay un nexo de unión entre lo artístico y lo político que es el uso del museo como símbolo nacionalista. A priori resulta difícil de encajar Guggenheim y nacionalismo vasco, pero si tenemos en cuenta que en los acuerdos iniciales se introducía la creación de una colección de artistas vascos (punto polémico por no cumplirse satisfactoriamene para muchos) y nos fijamos después en alguna de las exposiciones temporales (Chillida, Oteiza) las piezas comienzan a encajar. Con todo, se procura ser sutil en este campo para no romper el consenso en torno al museo y el apoyo a los artistas locales resulta imprescindible para conectar el proyecto con el territorio (aunque Zulaika advierte -hay quien dice que exagera- que se compra obra de artistas que funcionan en el mercado estadounidense y que no se compra en el mercado local).

Más aun, ahora que parece que el Guggenheim se ha asentado y la crisis insta a acelerar cambios en la gestión económica, se propone un nuevo museo en el Urdaibai, reserva de la biosfera, sí, pero reserva también de muchos símbolos nacionalistas, desde el municipio de Guernica a la tumba de Sabino Arana en Pedernales. Por supuesto, existen muchos elementos atractivos en la zona como el patrimonio natural, el bosque de Oma, la ola de Mundaca..., que justifican también el emplazamiento.

Bueno, como este tema podría prolongarse indefinidamente terminaré aconsejando este artículo del New York Times en el que se habla del cambio en Bilbao analizado desde la visión del visitante que acudió al estreno y volvió 10 años después. Lo que finalmente percibe es que el cambio en Bilbao se ha realizado hacia el exterior, pero que se ha desconectado Bilbao marca de Bilbao ciudad.

Habla de la (nula) repercusión en el mercado galerístico, o la nula implicación de la hostelería en la explotación de las posibilidades del turismo, la escasa visibilidad de otros museos (el de Bellas artes perdió el fuelle con la marcha de Zugaza al Prado)... Así que habría que preguntarse cuál es el efecto que el Guggenheim ha tenido en los ciudadanos de a pie.

1 comentario:

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